El Estado Plurinacional ocupa el lugar 118 entre 191 países en el ranking de Naciones Unidas 2021/2022, por encima de Venezuela y debajo de Cuba. Asimismo, presenta incidencia de la pobreza multidimensional, de acuerdo a datos de 2023
Si bien desde el año 1999 al 2004 el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) de Bolivia se caracterizó por ir en descenso, y por subir en el
periodo 2005-2019, una vez superada la pandemia, los números no muestran una
mejoría.
En 2020, el ranking del IDH de Naciones Unidas ubicó al país
en la lista de países con desarrollo humano medio, y en la gestión 2021/2022
hay más bien una tendencia al estancamiento. En este informe, Bolivia ocupa el
puesto 118, por debajo de Cuba (sitial 83), y con mínima diferencia por encima
de Venezuela.
El IDH mide indicadores como la esperanza de vida para la
salud, años esperados de escolaridad, promedio de años de escolaridad para la
educación e Ingreso Nacional Bruto per cápita para el nivel de vida, tiene como
finalidad determinar el nivel de desarrollo que tienen los países del mundo.
El economista Darío Monasterio resaltó que el país está
enmarcado en la misma posición en el ranking mundial y de Sudamérica y Latinoamérica
desde hace décadas.
Para él, todo este modelo económico
social-comunitario-productivo no ha sido eficiente en poder sacar a Bolivia de
los últimos lugares, en cuanto a calidad de vida y bienestar de su población.
Asimismo, dijo que, “sugestivamente, los peores lugares los
ocupan los países aliados en el Socialismo del Siglo XXI desde 2006, y que
Bolivia tiene la peor esperanza de vida de Sudamérica y junto a Venezuela, los
ingresos per cápita más bajos, lo que da una medida del nivel de desarrollo del
país.
“Esto significa que un gobierno supuestamente socialista,
del MAS, no ha logrado mejorar el nivel de desarrollo de sus habitantes, tras
más de 17 años de gobierno, lo que implica un total fracaso en sus políticas
sociales y económicas”, cuestionó.
De acuerdo a la lectura de la Fundación Jubileo, al 2021,
Bolivia tuvo un IDH de 0,692, que sitúa al país como uno de los países con
menor desarrollo humano.
Asimismo, la Fundación Jubileo recordó que diferentes
organizaciones internacionales han propuesto diferentes metodologías para
realizar mejores diagnósticos y focalizar de manera efectiva e integral las
políticas públicas para mejorar la calidad de vida, y que en ese marco se
analizan tres indicadores que miden el bienestar, más allá del crecimiento
económico: el Índice de Prosperidad; el de Progreso Social; y el de la
Felicidad.
En el primero, Jubileo observó que entre 2007 - 2021,
Bolivia tuvo una calificación promedio de 51,9 sobre 100. “Desde 2007 ha bajado
en cinco posiciones, para 2021 llegó al puesto 106 de 167 países, con un
puntaje de 52, debajo del promedio de América Latina y el Caribe (57,5), siendo
uno de los países peores situados en América del Sur, antes de Venezuela que
ocupa el puesto 145”.
En cuanto al Índice de Progreso Social, para Jubileo, pese a
que desde 2011 Bolivia mejoró su calificación, de 62,7 a 67,7; en 2021
retrocedió tres posiciones en el ranking general, situándose en el puesto 89 de
168 países.
En el país, el nivel de felicidad descendió desde el año
2012 ocupando, a 2021, el puesto 71 entre 148 países, de acuerdo con el Informe
Mundial de la Felicidad 2022.
Pobreza multidimensional
Otro informe de Naciones Unidas es el Índice Global de
Pobreza Multidimensional (IPM) 2023, identifica carencias agudas en salud,
educación y nivel de vida, a través de una decena de indicadores: nutrición,
mortalidad infantil, años de escolaridad, asistencia escolar, acceso a
combustible para cocinar, saneamiento, agua potable, electricidad y vivienda, y
propiedad de activos.
Según Monasterio, en el IPM también “nos encontramos en los
últimos lugares de pobreza multidimensional de Sudamérica, muy
levemente en el promedio de Latinoamérica, y con una
situación en pobreza de más del 37%”.
Para él, Bolivia retrocedió en indicadores de años anteriores
porque el modelo económico implementado no ha dado empleo de calidad, ni
ingresos sostenibles, y la generación de emprendimientos capaces de generar
empleos
ha sido basada principalmente en el capitalismo de Estado,
en el empleo público, y también en la informalidad, “que no genera beneficios
sociales”.
Por su parte, Franco Albarracín, experto en derechos humanos
del Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib), dijo que
nuevamente el país está ubicado en bajos puestos, y atribuye esta situación a
varios factores.
En primer lugar, citó la desigualdad económica en la
distribución de ingresos y acceso a servicios básicos. “La brecha entre ricos y
pobres no ha cambiado significativamente, a pesar de los importantes ingresos
que tuvo Bolivia con la venta de gas al exterior”.
Observó que Bolivia presenta limitaciones significativas en
los servicios de salud, con falta de inversión adecuada, lo que impacta en el
desarrollo humano. Agregó que la historia se repite en el ámbito de la
educación.
Sobre el concepto de pobreza, aludió que afecta
especialmente a indígenas y campesinos de zonas rurales. Y en lo que respecta
al estado de derecho y gobernanza, opinó que la mayoría de los estudios sitúan
a Bolivia en los últimos lugares en términos de estabilidad, confiabilidad e
independencia de los órganos de administración pública, factores que
obstaculizan la inversión extranjera.
El Deber
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