Excéntrico para unos, apasionado para otros. El padre Garvin, ahora prófugo de la justicia boliviana, siempre fue un tipo de los que no deja indiferente a nadie. Líder carismático para unos, joven con inabarcables necesidades de llamar la atención para otros, su paso por Tarija ha quedado ligado a la revitalización de la tradición de San Roque. Un paso ahora opacado por unas denuncias que ha preferido no enfrentar: desde el pasado 17 de mayo está en busca y captura por supuestamente encubrir los delitos sexuales de su sucesor en la Iglesia de San Roque.
El padre Garvin Grech siempre estuvo ligado a lo poco común.
Para empezar, nació en Malta, una isla minúscula con medio millón de habitantes
en el Mediterráneo oriental que básicamente sirvió de enclave para piratas,
aventureros y cruzados rumbo a Tierra Santa que la Orden del Santo Sepulcro de
Jerusalén convirtió en fortaleza en el siglo XVI.
El primer destino del padre Garvin Grech en Tarija fue ni
más ni menos que la Iglesia de San Roque. Año 2003
Grech contó en este diario en el año 2016 que sintió la
llamada desde muy temprana edad. Que fue un niño precoz y muy amado por todos
los miembros de su familia: A los 13 años fue uno de los 30 monaguillos que
pasó todo un verano con el papa Juan Pablo II en el Vaticano luego de competir
con otros 1.500 más o menos.
Se enamoró joven, pero su pareja enfermó y tuvo que emigrar
a Londres para someterse a diferentes tratamientos, por lo que le perdió la
pista. A los 18 acabó tomando la decisión de enrolarse en la Iglesia Católica.
Entró al seminario, viajó por Estados Unidos y por el Vaticano y a los 31 acabó
decantándose por prestar servicio en Bolivia, país del que le hablaba con
devoción su ama de cría.
Lo técnicamente correcto es que la Iglesia le destinó a
Bolivia, concretamente a Tarija, aunque en este caso lo hizo a través de la
Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y su rama Carmelitas Calzados.
El primer destino del padre Garvin Grech en Tarija fue ni
más ni menos que la Iglesia de San Roque. Año 2003. Todo un desafío, toda una
oportunidad. Las Iglesias de todo el mundo y en todas sus representaciones
vivieron una época de reafirmación con el inicio de siglo donde avanzó el
cristianismo evangélico y el Islam y la Iglesia Católica debía reaccionar.
Algunos plantearon revalorizar los ritos y sus fiestas, otros extremar las
exigencias de pertinencia.
Por unas o por otras, en Tarija se fue expandiendo la fiesta
de San Roque y sus chunchos como símbolo de identidad. Siempre hubo chunchos y
su organización siempre fue una entidad autónoma dentro de la Iglesia, pero la
figura del padre Garvin aportó, para bien y para mal, en el ensanchamiento de
la fiesta popular en un tiempo en el que el tarijeñismo buscaba causas y señas.
Obviamente acabó enfrentado con los chunchos desde el día
que trató de poner en orden las cuentas de la cofradía. Más incluso que cuando
brindó el respaldo a las mujeres que querían participar de la fiesta en forma
de tamborilera o quenillera. Casi todos hablan bien del padre Garvin
individualmente. Casi todos hablan mal en conjunto. Aún así, se le reconoce su
contribución a la consolidación de la Fiesta como Patrimonio Intangible de la
Humanidad.
Probablemente el día más feliz del año para el padre Garvin
era el día del Encierro de San Roque: miles de feligreses en la plaza Campero,
centenares de cámaras de televisión. Mejor si venía un obispo, un cardenal o un
presidente. El padre, con su español precario y sus maneras coquetas lograba
llamar la atención.
La caída de Garvin Grech
Los problemas para el padre Garvin comenzaron en 2018. Desde
principios de año empezaron a circular diferentes rumores y denuncias sobre
supuestos abusos que se perpetraban en el seminario de La Paz. Entre los
acusados se encontraba el padre Garvin y quien después sería su sucesor en San
Roque, el padre Milton Murillo.
El revuelo fue grande y las conductas distintas. El padre
Garvin optó por enfrentarlas: “Si alguien quiere hacer algo o decir algo, estoy
aquí para dar la cara”, expresó a los medios de comunicación lamentando lo que
desde su punto de vista era una campaña de difamación en toda regla.
En resumen, se cruzaron denuncias de abusos sexuales contra
Milton Murillo de las que tendría conocimiento el padre Garvin Grech sin que sin
embargo tomara cartas en el asunto. Al mismo tiempo se rumorearon denuncias de
malos tratos a los estudiantes del seminario y de una tentativa de violación,
aunque en ninguno de estos dos casos se sentaron denuncias firmes.
El revuelo se aplacó en Tarija con respaldo del Obispado.
Grech era un “buen párroco”, capaz de dinamizar la zona y con eso se suma
feligreses. Sin embargo, no tardaron en cruzarse otras denuncias más mundanas y
desde su círculo más cercano: su secretaria Janet Melogno recordó la semana
pasada en Página Siete que se sumaron las denuncias por supuesta malversación
de fondos que recibía del exterior y el afloramiento de una relación homosexual
que el cura mantendría con un joven en Tarija. “¿Y dónde está la castidad y el
celibato?”, cuestionó Melogno, que fue quien acabó denunciando la situación
ante el obispado.
Grech desapareció de Tarija en agosto de 2022, justo antes
de que las procesiones de San Roque y su Encierro, que le hizo nacionalmente
famoso, volvieran a celebrarse después de los años de pandemia. Ya no participó
de los últimos actos que consagraron en la Unesco el rango de Patrimonio
Intangible de la Fiesta Grande. En el obispado prefirieron mantener en San
Roque a un cura acusado de una treintena de abusos sexuales que a uno señalado
por homosexual.
Apartado de San Roque, a Garvin Grech se le seguía la pista
hasta La Paz, donde se refugió tal vez a la espera de nuevas instrucciones. Las
revelaciones del diario El País de España, primero sobre el jesuita Pedrajas y
luego sobre una docena de casos más, algunos antiguos y otros no, como el del
padre Murillo, pusieron a todo el mundo nervioso. Los jesuitas se pusieron a
denunciar casos de una década atrás, la Policía y Fiscalía recuperaron
expedientes empolvados casi del siglo pasado y Grech, acusado en principio solo
por encubrimiento, optó por cruzar la frontera sonde tal vez pretenda reiniciar
una vida quien sabe si anónima.
El padre Garvin llegó a ser el provincial de los Carmelitas
en Bolivia y participaba de la formación en el seminario donde se produjeron,
supuestamente, los abusos del padre Milton Murillo. De momento se le procesa
por encubrimiento, aunque en el pasado hubo denuncias de intento de violación
no formalizadas.
El padre Murillo
El padre Milton Murillo es acusado de una treintena de
abusos en el seminario paceño. Cuando se conocieron las denuncias, el padre fue
“castigado” a Roma y un tiempo después retornó a Tarija donde se hizo cargo de
la parroquia de San Roque. Fue detenido en mayo y tiene detención preventiva por
tres meses.
El padre “Coco”
El padre Jorge Machicado, más conocido como el padre “Coco”,
fue denunciado por acoso sexual desde su posición de docente y responsable de
Pastoral de la Universidad Católica Boliviana. La Universidad hizo la
investigación y determinó apartarlo. La diócesis, sin embargo, decidió
rehabilitarlo destinándole a la parroquia de El Puente.
El País
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