Fernando Berríos A. |
Hubo una noticia que pasó desapercibida o que fue relegada porque mediáticamente Evo y su comparsa se apropiaron de los titulares, amenazando con sacar de la presidencia a Lucho, de bloquear el país nuevamente y de obligarlo a cambiar ministros “corruptos, drogos, racistas y fascistas”. Y es que la crónica se refería a que Bolivia, después de 19 años, dejó de exportar gas a la Argentina, un negocio que generó 19.000 millones de dólares para el país. Pésima noticia, sin gas, sin dólares, sin combustibles. La especulación aumenta y la escasez de productos es cada vez mayor, todo porque Evo una vez más, amenaza con cercar el país.
Evo organizó una caminata parecida a la marcha cocalera de 1994, con una particularidad, Evo no caminó todo el tiempo junto a los marchistas, se trasladó por trechos en una lujosa vagoneta de propiedad de una jovencita, hija de una sentenciada por narcotráfico y amnistiada por Evo, el Ministro de Gobierno cuestionó estos hechos, pero no hizo nada, mucho miedo al líder cocalero o parte del libreto que distrae la atención de los verdaderos problemas del país. Lo cierto es que la marcha de Evo, en términos generales, fue un fracaso. Hace mucho tiempo que las causas de sus protestas no son reales, la mayoría de sus acciones son delirios y la perturbación por el poder lo aleja cada vez más de la realidad. Dejó por un día la marcha, porque “lo iban a matar”, volvió porque se dio cuenta que, si no lo hacía, estaba cavando su tumba, aun así, aparecía solamente a ratos en la movilización “porque podían apresarlo”, son las ventajas del faraón, un hombre que desde hace 30 años se ha especializado en arruinarle la vida a los bolivianos.
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