MIGUEL ÁNGEL MIRANDA HERNÁNDEZ
Hace unos días, cuando Lucio Gómez, dirigente de la Confederación Nacional de Choferes, anunció un paro en protesta por la falta de combustibles, remarcó, de manera insólita, que un elemento central de sus demandas al Gobierno Central era “que diga la verdad sobre esta problemática”. Luego insistió: “Estamos haciendo [este bloqueo] para que hablen la verdad”. ¿Cómo entender esta curiosa demanda de carácter eminentemente moral, y por tanto, difícil de evaluar en su cumplimiento? ¿Maquiavelo es puesto en entredicho?
En los debates sobre política y ética, las corrientes del “realismo político” afirman que el Poder Público no debe regirse por preceptos morales, pues dada la complejidad de los asuntos de orden público, los medios a elegir para llegar a un fin se estrechan. Por tanto, según Maquiavelo, “la realización del medio se vuelve una cuestión necesaria, respecto a la cual el sujeto no tiene de dónde escoger”. Mentir sería justificado.
Pero, superando esa argumentación, la interpelación al gobierno de Arce viene a señalar un límite a una práctica extrema de negación de la realidad, que conlleva en sí misma, un creciente estrechamiento de las opciones a tomar y la deriva hacia el desastre. La acumulación de mala gestión, mentiras y pragmatismo desprovisto no solo ya de valores morales, sino de aceptación inteligente de la realidad, es la causa de la catástrofe de la economía, que llevará inevitablemente al colapso social y a la ruina del propio poder político.
A Arce y su cínica negación de la crisis económica le sucede algo parecido que a Maduro, en Venezuela, y su absurda negación de su derrota electoral. La realidad plantea, en sí misma, unos límites a los poderes políticos embarrados en pragmatismo, mediocridad y cinismo. Mentir y negar la realidad los llevará al desastre, no sin antes convertirse en poderes abusivos y represores.
¿Qué le queda a la sociedad civil frente a ello? Organizarse y asumir las tareas de un conocimiento serio de los hechos para plantear alternativas sólidas y justas; combatir y denunciar la propaganda del Poder y la distorsión de los hechos, exigiendo el derecho de acceso a información. Afirmar y nunca renunciar a demandar al Estado el fundamento moral que lo constituye en garante de derechos.
UN POCO DE SAL
MIGUEL ÁNGEL MIRANDA HERNÁNDEZ
Filósofo y teólogo laico
miguel6706@gmail.com
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