La tarde del 3 de junio, en uno de los sectores más controlados del penal El Palmar, un interno fue salvajemente violado y golpeado por tres reclusos informa el periódico El Andaluz. El hecho ocurrió en la celda de castigo. La denuncia recién se formalizó dos días después. El silencio, sin embargo, sigue haciendo eco entre rejas, mientras la impunidad camina con rostro conocido.
En El Palmar —ese penal que lleva el apellido de
“readaptación productiva” como si fuera una ironía— la disciplina se impone a
palos, y el silencio se negocia con miedo. En sus celdas no se reeduca: se
sobrevive. Y el 3 de junio, a plena luz de la tarde, en un espacio
supuestamente controlado, ocurrió una agresión que estremece incluso en un
entorno donde nada debería sorprender.
Aproximadamente a las 16:30, dentro del área de castigo, un
interno de 38 años sentenciado por asesinato el 2020, fue atacado mientras se
duchaba. No había custodios en el momento. Solo gradas, humedad, y otros presos
mirando desde las sombras. Según el parte preliminar elaborado por la Felcv
(Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia), dos internos ingresaron al
lugar de forma repentina. Uno se quedó parado en la puerta, vigilando. Los
otros dos actuaron con precisión carnicera.
Empujaron a la víctima contra el suelo, lo sujetaron con
fuerza de ambos brazos. Uno de ellos, sin más, procedió a violarlo. El cuerpo
delgado del agredido no alcanzó para defenderse. Lo poco que pudo hacer fue
levantar la cabeza e intentar responder con un golpe, pero ese acto de dignidad
solo encendió más la furia de sus agresores. El castigo vino después: lo
golpearon con un palo, directo al rostro, al cuello, al cuerpo. Sin freno.
Las lesiones eran visibles. Hematomas. Raspones. Sangre seca
en la cara y una mirada perdida. El hecho fue reportado por el director del
penal, el capitán Willy Gamarra Landívar, quien fue el primero en comunicar lo
sucedido a la Policía. Solo entonces se movilizó la denuncia formal, dos días
después, el 5 de junio a las 19:45.
Los sindicados son tres: uno con antecedentes pesados y
otros dos internos que comparten celdas, pasillos y poder dentro del penal. Sus
nombres circulan en los papeles, pero adentro del penal son más que nombres:
son figuras que se imponen a puño y amenaza. Según el parte policial, la
víctima sigue recibiendo agresiones y amenazas desde ese día.
El Andaluz
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