Se estima que antes del cierre de fronteras por la pandemia del Covid-19, existía alrededor de 500 personas que trabajaban en el puente internacional, pasando productos argentinos a territorio boliviano, ahora ese trabajo de cuadriplicó en los pasos ilegales, donde también trabajan menores de edad de ambos sexos, para poder ayudar en su hogar, llevando el pan de cada día.
La pandemia del Covid 19, obligó el cierre de fronteras (Argentina - Bolivia), dejando a muchas familias sin trabajo y el sector más golpeado son los bagalleros, que viven del trabajo de la frontera, sin embargo esta situación en el transcurrir de los días y conforme avanzaba el Covid 19, mostró otra alternativa para los bagalleros y muchas otras familias tanto del lado boliviano como argentino, que optaron por habilitar varios pasos ilegales para seguir con el trabajo diario y generar recursos económicos para sus hogares y uno de los factores que más coadyuva en este tema es la caída del peso argentino que en algunos meses llegó a desplomarse hasta Bs. 40 los 1.000 pesos argentinos.
El bajón del peso argentino dio una nueva oportunidad para muchas familias de la frontera, que optaron por comprar productos del vecino país para internar a nuestro país y tener ganancias económicas en esta crisis, lo cual se ve reflejado en muchas personas que son denominadas contrabandistas, pero que estas personas generan trabajo para muchas otras familias, porque todos los productos que hacen pasar lo realizan en un trabajo hormiga día y noche, por los pasos ilegales que en algunas ocasiones se tornan peligrosas, pero la necesidad de generar ingresos económicos es más fuerte que el miedo.
Antes de la pandemia, existían algunos pasos ilegales, por donde pasaban las personas hacia el lado argentino, pero ahora esos lugares se convirtieron en pasos establecidos para pasar mercadería argentina y a esto se sumaron otros pasos ilegales exclusivamente para las personas que se dedican al bagallo, donde también se incorporaron niños, quienes a diario transitan e internan productos argentinos, pero en esos lugares tienen propietarios en el lado argentino y ahí se paga una comisión de 100 pesos argentinos para pasar por esos puntos y más allá existe un control de gendarmería, que en algunas ocasiones son muy estrictos y el control es arduo, por lo que el trabajo se hace más difícil para los bagalleros y otras personas que asisten al lado argentino para comprarse algunos productos.
Este trabajo beneficia a ambos lados de la frontera, porque los comerciantes argentinos venden en gran cantidad sus productos y los bolivianos compran grandes lotes de todo tipo de productos, asimismo genera un gran movimiento para los taxistas y remiseros que acarrean a personas desde los puntos ilegales hasta el centro de Salvador Mazza y lo propio ocurre en el lado boliviano.
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