La seguridad y defensa gravita no solo en las FFAA sino en la convergencia de todos los estamentos del Estado, pero ¿qué pasa en Bolivia?, tenemos un país, pletórico de confrontaciones, ineficiencia pública, autoritarismo, justicia secuestrada, y por si fuera poco milicianos en formación.
Una estridencia de voces y declarantes que no deja ver cuál es
la agenda real del país o de las instituciones; interferencias de oficio de
todas partes, que ponen en evidencia un extremo autoritarismo o una ausencia de
clase dirigente.
No se sabe dónde se discuten los problemas prioritarios del
país, ni quién manda realmente; No tenemos un cuerpo orgánico que maneje el
Estado porque no lo hemos formado oportunamente; a pesar de acuerdos parciales,
aquí y allá, de avance en ciertas políticas públicas, no contamos con un cuerpo
dirigente estructurado para la conducción del país; lo que tenemos es una
colección de personalidades, de políticos sin preparación expresa (salvo
excepciones), ciudadanos a quienes no se les exige capacitación, formación, ni
experiencia, olvidándose que la función pública es una misión compleja, pues hay
que tomar decisiones difíciles y participar en debates abiertos, ejerciendo
docencia pública.
Las élites criollas no lograron cohesionarse como grupos de
interés, establecer niveles de concertación, construir un programa de defensa
común de la diversidad de intereses nacionales, entonces las iniciativas
decisivas quedaron así en manos de fuerzas foráneas y de gente inepta e incapaz
en la administración del Estado.
Es por eso que una primera tarea de las instituciones del
Estado, en particular Fuerzas Armadas, es religar las diversas regiones y
nacionalidades, complementada con educación, formación de estadistas y
capacitación de una clase dirigente consistente, porque ahí convergen
ciudadanos de todas las clases y se enrolan como profesionales, como premilitares,
como soldados y administrativos.
No hay destino nacional asegurado sin organización colectiva;
hay que entender que existen fuerzas centrífugas, grupos de poder, grupos de
interés, lógicas distintas y contrarias al poder nacional. Para intervenir y
negociar en esas lógicas externas e internas propias del mundo global, se
necesitan equipos nacionales bien preparados, con escuela y experiencia.
Aseguremos nuestro futuro porque la gobernanza nacional demanda
una intervención apropiada del Gobierno en la gestión sostenible de los
recursos del país, de la región y, por qué no decirlo, del planeta.
Saber combatir los desastres naturales y sanitarios, intervenir
en la regulación de un comercio internacional, combatir las redes criminales
que no tienen fronteras, entre otros temas; todo eso requiere que Bolivia tenga
gobiernos competentes.
Desde esa visión los bolivianos debemos reflexionar sobre la
necesidad de formar convenientemente a los futuros estadistas y líderes del
país.
Satisfacer esta necesidad, nos ayudaría a salir de las endémicas
crisis gubernamentales y democrática; al igual, y en la misma intensidad, la
educación es fundamental para enfrentar los retos del futuro y forjar
convenientemente la prosperidad de la nación.
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