En 1985, el profesor estadounidense Lawrence Harrison publicó su famoso
libro El subdesarrollo es un estado mental, sobre el cual hice, en
2005, algunos comentarios que vale recapitular, máxime al comprobar que muchas
cosas siguen igual; no hubo cambio cualitativo auténtico ni en Bolivia ni entre
sus vecinos. En su época el ya fallecido Harrison realizó varias giras
latinoamericanas e incluso visitó Bolivia. Luego publicó diversos estudios
vinculados con sistemas culturales y la forma en que ellos impactan reforzando
el atraso, o viceversa, impulsando la innovación.
Los antropólogos definen la cultura en general como “el modo de vida de
un pueblo”. El estado mental vendría a ser la forma en que el individuo
visualiza su propia concepción del mundo, un ethos que se
socializa globalmente en cada comunidad en función de la pauta dada a través
del tiempo por la clase dirigente. Hasta ahora –datos hechos y realidades– el
estado mental que nos sigue caracterizando en Bolivia difiere notablemente de
lo que se precisa para avanzar hacia el cambio cualitativo.
Diversos autores prosiguieron la senda marcada por Harrison y a su turno
ofrecieron explicaciones en torno a cómo la cultura de ‘x’ país o región
afectaba su desarrollo. Sin embargo, la explicación más contundente sigue
siendo la preconizada por Lawrence: todo está en la cabeza, en la forma de
mirar las cosas; en suma, en el estado mental de un individuo y de la sociedad
de la que forma parte. Solamente así se explican las diferencias de desarrollo
y capacidad adaptativa, incluso entre comunidades muy parecidas racial y
geográficamente.
Veamos dos ejemplos clásicos. En primera instancia, Barbados y Haití.
Ambas son islas del Caribe habitadas por exesclavos negros. Mientras Barbados
prospera, Haití sigue sumida en la pobreza. ¿Razones? Obviamente, una manera
distinta de ver las cosas y de ‘pensar’, más allá de similitudes. Veamos el
segundo caso. Australia y Argentina poseen enormes territorios, ingentes
recursos naturales y poca población, mayoritariamente de origen europeo.
Australia pertenece al Primer Mundo mientras que Argentina desde 1930 decae y
decae, llegando ya al nivel tercermundista ¿Razones? En cada uno de estos dos
países se tiene una manera colectiva e individual distinta de pensar, de actuar
y de proceder; esto hace que Australia sea más desarrollada que Argentina,
también al margen de las similitudes.
En Bolivia tenemos mayoritariamente población mestiza e indígena y
recordemos que los esquimales de Alaska son también pueblos originarios. Más
allá del arrastre histórico de injusticias o discriminaciones, nuestra
población persiste en su pobreza y cuando tiene ventajas sobre un recurso que
puede explotar (caso actual del litio; hay varios del pasado: goma, plata,
estaño, gas, etc.) la clase dirigente ahuyenta con sus actitudes casi toda
posibilidad racional de inversión que genere empleos y avance socioeconómico.
Todo lo contrario hicieron los dirigentes esquimales. Al descubrir recursos
energéticos en su territorio y ante la falta de medios propios, apelaron a un
mal necesario –las odiosas pero imprescindibles multinacionales– e hicieron
acuerdos constructivos. Ahora los esquimales alaskeños son ricos. Acá en
Bolivia seguimos pobres y por lo visto así continuaremos ¿Razones? Todo indica
que los originarios esquimales tienen una manera de pensar distinta a la de los
originarios y mestizos bolivianos; eso marca la diferencia.
La conclusión de Harrison que siempre compartí: no hay nada racial (ni
otras tonterías por el estilo) para diferenciar rico y pobre, desarrollado y
subdesarrollado. El problema radica en la manera de pensar. Si pudiéramos
reemplazar una cultura del atraso por una del progreso, las cosas cambiarían.
El subdesarrollo se ve reforzado por un negativo estado mental; si no se lo
supera, será imposible avanzar al ritmo de naciones que modificaron su manera
de pensar: Corea del Sur, Singapur, Botsuana, por citar claros ejemplos. Los
tres países estaban por debajo de Bolivia medio siglo atrás…
El autor es economista y politólogo, www.agustinsaavedraweise.com.
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